En un mundo cada vez más consciente del impacto ambiental y la salud, reducir el uso de químicos se ha convertido en una prioridad. Sin embargo, muchas personas temen que al hacerlo comprometan la limpieza o la sanidad, especialmente en el hogar o en negocios como restaurantes y clínicas.
La clave está en elegir alternativas naturales eficaces y optimizar los procesos de limpieza. Por ejemplo, el vinagre blanco, el bicarbonato de sodio y los aceites esenciales como el de árbol de té pueden desinfectar sin dañar el entorno. Además, usar vapor o paños de microfibra reduce la necesidad de químicos agresivos.
Reducir químicos no significa perder sanidad, sino mejorar la salud del entorno sin sacrificar la higiene. Apostar por soluciones más limpias también es cuidar de nosotros y del planeta.